POEMAS DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
...Mi corazón lo iluminaba
todo, y estabas tú,
con mi luz, a mi lado,
sin saberlo...
****
Tira la piedra de hoy,
olvida y duerme. Si es luz,
mañana la encontrarás,
ante la aurora, hecha sol.
****
¡ Cúan estraños
los dos con nuestro instinto!
...De pronto, somos cuatro.
****
Madrugada
El amanecer tiene
esa tristeza de llegar,
en tren, a una estación que no es la de uno.
¡Qué agrios los rumores
de un día que se sabe pasajero
-oh vida mía-!
-Arriba, con el alba, llora un niño.-
****
Cobré la rienda,
di vuelta al caballo
del alba;
me entré, blanco, en la vida.
¡Oh, cómo me miraban,
locas,
las flores de mi sueño,
levantando los brazos a la luna!
****
¡Forjadores
de espadas,
aquí está
la palabra!
****
Nocturno
Te besaré en la sombra,
sin que mi cuerpo toque
tu cuerpo.
-Echaré las cortinas,
que no entre ni la niebla
del cielo.-
Que en la muerte absoluta
de todo, sólo exista,
nuevo mundo, mi beso.
****
Cierra, cierra la puerta,
como a ella le gustaba...
¡Que se encuentre a su agrado su recuerdo!
****
A Dante
...Allegro sì, che appena il conoscìa...
Dante.
Tu soneto, lo mismo
que una mujer desnuda y casta,
sentándome en sus piernas puras,
me abrazó con sus brazos celestiales.
Soñé, después, con él, con ella.
Era una fuente
que dos chorros arqueaba en una taza
primera, la cual, luego, los vertía,
finos en otros dos...
domingo, 27 de septiembre de 2009
viernes, 25 de septiembre de 2009
FRAGMENTOS
HERÁCLITO
El mar es el agua más pura y la más impura. Para los peces es potable y buena; para los hombres, impotable y fatal.
****
El rayo gobierna todas las cosas.
****
El fuego al avanzar juzgará y condenará todo.
****
Las opiniones humanas son juego de niños.
****
El camino hacia lo alto y el camino hacia lo bajo es uno y el mismo.
****
No es conveniente el obrar y el hablar como hombres dormidos.
****
Debemos saber que la guerra es común a todos y que la discordia es justicia y que todas las cosas se engendran de discordia y necesidad.
****
Para el Dios todas las cosas son hermosas y buenas y justas; pero los hombres sostienen que algunas cosas son injustas y otras justas.
****
El pensar es común a todos.
****
Está en poder de todos los hombres conocerse a sí mismos y ser sensatos.
****
La naturaleza aprecia el ocultarse.
****
Traducción del griego: LUIS FARRE.
El mar es el agua más pura y la más impura. Para los peces es potable y buena; para los hombres, impotable y fatal.
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El rayo gobierna todas las cosas.
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El fuego al avanzar juzgará y condenará todo.
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Las opiniones humanas son juego de niños.
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El camino hacia lo alto y el camino hacia lo bajo es uno y el mismo.
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No es conveniente el obrar y el hablar como hombres dormidos.
****
Debemos saber que la guerra es común a todos y que la discordia es justicia y que todas las cosas se engendran de discordia y necesidad.
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Para el Dios todas las cosas son hermosas y buenas y justas; pero los hombres sostienen que algunas cosas son injustas y otras justas.
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El pensar es común a todos.
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Está en poder de todos los hombres conocerse a sí mismos y ser sensatos.
****
La naturaleza aprecia el ocultarse.
****
Traducción del griego: LUIS FARRE.
POETAS DE LA ISLA
CESARE PAVESE
Suponga que yo estoy escondido de antemano en
el closet
y que usted (tantas cosas que tiene en la cabeza)
no lo nota.
Se acuesta,
toma las dieciséis píldoras del frasco,
hace las últimas llamadas: inútiles,
medita sobre las derrotas, las guerras, Turín (cruda en invierno).
Suponga que usted deja
las gafas en la mesita de noche
y que luego escribe algo en su cuaderno
(letra rápida, pequeña).
Ahora imagine que yo salgo.
Que impido su suicidio.
Cinco, dos, venticuatro veces
(como en el cine).
Suponga que usted no muere,
suponga que nos damos las manos
y que cometemos pequeñas historias, aventuras habladas
donde las mujeres aman desesperadamente a los poetas
y no hay estar solos, ni desastres, ni trenes aplastados.
Pero no.
Yo estoy en mi cuarto y usted está en el suyo.
Yo no trato de impedir nada
y usted se toma las pastillas.
Yo dejo su libro en la mesita de noche y trato en vano de dormirme
y viene la muerte y tiene sus ojos.
Luis Rogelio Nogueras
(1944-1985)
Suponga que yo estoy escondido de antemano en
el closet
y que usted (tantas cosas que tiene en la cabeza)
no lo nota.
Se acuesta,
toma las dieciséis píldoras del frasco,
hace las últimas llamadas: inútiles,
medita sobre las derrotas, las guerras, Turín (cruda en invierno).
Suponga que usted deja
las gafas en la mesita de noche
y que luego escribe algo en su cuaderno
(letra rápida, pequeña).
Ahora imagine que yo salgo.
Que impido su suicidio.
Cinco, dos, venticuatro veces
(como en el cine).
Suponga que usted no muere,
suponga que nos damos las manos
y que cometemos pequeñas historias, aventuras habladas
donde las mujeres aman desesperadamente a los poetas
y no hay estar solos, ni desastres, ni trenes aplastados.
Pero no.
Yo estoy en mi cuarto y usted está en el suyo.
Yo no trato de impedir nada
y usted se toma las pastillas.
Yo dejo su libro en la mesita de noche y trato en vano de dormirme
y viene la muerte y tiene sus ojos.
Luis Rogelio Nogueras
(1944-1985)
jueves, 24 de septiembre de 2009
ARRECIFES Y SU POESÍA
EUCARÍSTICA
Señor!, si eres amor, y si la nieve
imagen viva de la muerte es,
¿porqué en la blanca nieve de la hostia
te escondes, di? ¿por qué?. . .
Esto a Jesús yo preguntaba un día
ante el Sagrario; y respondióme El:
"¿No sabes que por fuera los volcanes
tienen nieve también? . . ."
Mariano A. Guerra Brito, Pbro.
Publicado en "Arrecifes y su poesía" por Luis Paccusse, año 1938.
Señor!, si eres amor, y si la nieve
imagen viva de la muerte es,
¿porqué en la blanca nieve de la hostia
te escondes, di? ¿por qué?. . .
Esto a Jesús yo preguntaba un día
ante el Sagrario; y respondióme El:
"¿No sabes que por fuera los volcanes
tienen nieve también? . . ."
Mariano A. Guerra Brito, Pbro.
Publicado en "Arrecifes y su poesía" por Luis Paccusse, año 1938.
JUANELE
ESTOS HOMBRES . . .
Estos hombres que vuelven,
sienten la gracia
de los puros espíritus
del crepúsculo?
Se diría que sí.
Parecen flotantes
fantasmas pálidos.
Los que están parados
en las puertas
frente al dulce abanico de luz última
-nobles estatuas de melancolía-
sentirán aún más
la caricia de impalpables alas extrañas?
Ah, si ciertamente fuera así,
una serena dicha fuera nuestra.
Pero aquel hombre vago sólo siente
que a la inseguridad terrible de su vida
se une la tierra negra,
que en su casa deshecha no le espera la lámpara
rodeada de risas,
sino un montón oscuro
de infantiles figuras contraídas,
y la desesperada, femenina, pregunta cotidiana.
Pero yo sé que un día verás, oh hermano mío, en el horizonte,
temblar, bajo el rocío, para tí, limpios jardines. . .
Juan L. Ortiz
Estos hombres que vuelven,
sienten la gracia
de los puros espíritus
del crepúsculo?
Se diría que sí.
Parecen flotantes
fantasmas pálidos.
Los que están parados
en las puertas
frente al dulce abanico de luz última
-nobles estatuas de melancolía-
sentirán aún más
la caricia de impalpables alas extrañas?
Ah, si ciertamente fuera así,
una serena dicha fuera nuestra.
Pero aquel hombre vago sólo siente
que a la inseguridad terrible de su vida
se une la tierra negra,
que en su casa deshecha no le espera la lámpara
rodeada de risas,
sino un montón oscuro
de infantiles figuras contraídas,
y la desesperada, femenina, pregunta cotidiana.
Pero yo sé que un día verás, oh hermano mío, en el horizonte,
temblar, bajo el rocío, para tí, limpios jardines. . .
Juan L. Ortiz
miércoles, 23 de septiembre de 2009
POEMAS DE HÉCTOR VIEL TEMPERLEY (1933-1987)
Creo que la muerte es algo
Creo que la muerte es algo
que se puede pensar
hasta sin cerebro.
Uno pasa por delante
de algunas casas
y las oye pedir muerte.
Qué destino
el de esos nuevos frentes
de casas de departamentos.
Yo he escuchado a sus materiales
pedir muerte,
volver a ser lo que eran
antes, en cualquier parte.
Me lo piden a mí
que oigo pensar su muerte
cuando paso a su lado
y oyen pensar la mía.
***
Vi una pelota
Vi una pelota
igual a todas
que el viento se llevaba
mar adentro.
Después de perseguirla
una milla marina
colores de planeta y África
tiraban de la punta
de mis dedos.
Y yo pensaba:
si te sigo, muero.
***
Señor, estoy cansado
Señor, estoy cansado.
Que me hablen solamente
de lejos y con banderas,
como a barco apestado.
***
Suavemente, como se apoya la flecha
Suavemente, como se apoya la flecha
en la cuerda del arco,
apoya en mi pecho
un pezón de tu pecho.
***
Dormir doce horas
Dormir doce horas,
despertar en el cielo.
Afeitarme por última vez...
***
Quise ser como mil sables
Quise ser como mil sables
en el instante de desenvainarse.
Quise poner mis ojos en sus ojos
y hacerla arder
con la luz de mil sables.
Creo que fue algo así
como querer ser ángel.
Como no querer morirme
adentro de la carne.
***
Del libro HUMANAE VITAE MIA (1969)
Creo que la muerte es algo
que se puede pensar
hasta sin cerebro.
Uno pasa por delante
de algunas casas
y las oye pedir muerte.
Qué destino
el de esos nuevos frentes
de casas de departamentos.
Yo he escuchado a sus materiales
pedir muerte,
volver a ser lo que eran
antes, en cualquier parte.
Me lo piden a mí
que oigo pensar su muerte
cuando paso a su lado
y oyen pensar la mía.
***
Vi una pelota
Vi una pelota
igual a todas
que el viento se llevaba
mar adentro.
Después de perseguirla
una milla marina
colores de planeta y África
tiraban de la punta
de mis dedos.
Y yo pensaba:
si te sigo, muero.
***
Señor, estoy cansado
Señor, estoy cansado.
Que me hablen solamente
de lejos y con banderas,
como a barco apestado.
***
Suavemente, como se apoya la flecha
Suavemente, como se apoya la flecha
en la cuerda del arco,
apoya en mi pecho
un pezón de tu pecho.
***
Dormir doce horas
Dormir doce horas,
despertar en el cielo.
Afeitarme por última vez...
***
Quise ser como mil sables
Quise ser como mil sables
en el instante de desenvainarse.
Quise poner mis ojos en sus ojos
y hacerla arder
con la luz de mil sables.
Creo que fue algo así
como querer ser ángel.
Como no querer morirme
adentro de la carne.
***
Del libro HUMANAE VITAE MIA (1969)
martes, 22 de septiembre de 2009
LOS POEMAS DEL GRAN RÍO (selección)
tenía un libro
cuyas páginas
eran flores de ciruelo
un prodigio
al que nadie
nunca
pudo entrar
***
se le había caído
la luna
entre los senos
tuvo miedo
y desde entonces
su dios fue el asombro
***
el ejercicio
con materiales tristes
le habían otorgado
un orden melancólico
como si cenara estrellas
en el restaurante de la luna
***
el pañuelo rojo
de la florista
se ha transformado en otra flor
le volvía verdes los ojos
un pequeño jardín
que vivía un poco atrás
en su arrabal
***
la vida
es un acalorado regateo
en la plaza del mercado
donde solamente los locos
tienen guitarra
***
el poema
era tan
delicadamente triste
que la muerte
se encogió de hombros
y se alejó
cantando
***
bajo la luna
el sauce
con las barbas en el agua
es un monje budista
meditando sobre la apariencia
mientras su imagen sumergida
medita sobre la verdad
***
me aturde la sinfonía del mundo
no grites tanto Dios
si bebo dos dedos
más de vino
te romperías en mi corazón
***
vivía
el lento edificio interior
de la palabra camarada
era dueño
de las celestes
herrerías de la aurora
Roberto Juárez soldador
trabajaba con estrellas
en la Corporación
***
Felipe Aldana (1922-1970)
obra poética Ediciones I.E.N.
Rosario 1977
la luna
entre los senos
tuvo miedo
y desde entonces
su dios fue el asombro
***
el ejercicio
con materiales tristes
le habían otorgado
un orden melancólico
como si cenara estrellas
en el restaurante de la luna
***
el pañuelo rojo
de la florista
se ha transformado en otra flor
le volvía verdes los ojos
un pequeño jardín
que vivía un poco atrás
en su arrabal
***
la vida
es un acalorado regateo
en la plaza del mercado
donde solamente los locos
tienen guitarra
***
el poema
era tan
delicadamente triste
que la muerte
se encogió de hombros
y se alejó
cantando
***
bajo la luna
el sauce
con las barbas en el agua
es un monje budista
meditando sobre la apariencia
mientras su imagen sumergida
medita sobre la verdad
***
me aturde la sinfonía del mundo
no grites tanto Dios
si bebo dos dedos
más de vino
te romperías en mi corazón
***
vivía
el lento edificio interior
de la palabra camarada
era dueño
de las celestes
herrerías de la aurora
Roberto Juárez soldador
trabajaba con estrellas
en la Corporación
***
Felipe Aldana (1922-1970)
obra poética Ediciones I.E.N.
Rosario 1977
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