jueves, 29 de octubre de 2009
EDGAR BAYLEY
UN SENTIDO ILUMINADO Y CIERTO
digo amiga y digo lentamente
las formas del viento y la madera
digo un momento un fuego
una bondad un río una fe
un nacimiento un aire
un sentido iluminado y cierto
digo amiga con palabras con horas
con ojos con adioses
con claridad y sombras
y una estrella
y tan especial
tan solo
y verdadero
es este amor
y tan cumplido en sí mismo
tan abierto
y rico y generoso
que dejémoslo ya
sin tocarlo
mirándolo a distancia
o démosle la mano
y marchemos con él
adonde quiera
sin ver
y sin dudar
y sin cuidado
***
NADIE
¿Cómo esa NADIE será
con la que tienes que verte?
¿Alguna desesperada
desprolija
mal vestida
que come y duerme muy poco
se acuesta de madrugada
y apenas pide
insinuando
que la escuchen
nada más?
¿Será NADIE esa mujer
que viste de terciopelo
y lentejuelas a veces
que te sonríe y te guiña
y al mismo tiempo te dice
al oído y por lo bajo
un jamás y un para siempre
y un sí y un no decididos
en tanto que se resiste
y se entrega y se desdice
y después desaparece
a pleno sol
muy valiente
entre la furia
entre velos
la locura
desazón
entre la tierra y el fuego
entre la piedra y el mar?
¿O ésa
la cierta
segura
igual en todo a sí misma
la que te busca y olvida
y de tu albur nada sabe
que poco a poco te inventa
en tanto que por fragmentos
ella misma va naciendo
del caracol
la marmita?
¿O aquella de más allá
que entre sueños te aguarda
para vagar confundidos
toda la sombra y el alba
toda la vida y la muerte?
Con nadie tienes que verte
con nadie nadie nadie
¿Cómo esa NADIE será
con la que tienes que verte?
***
EDGAR BAYLEY (1919-1990)
martes, 27 de octubre de 2009
UN CAPÍTULO PARA EL "EVANGELIO"
De mí ha de decirse que tras la muerte de Jesús me arrepentí de lo que llamaban mis infames pecados de prostituta y me convertí en penitente hasta el final de la vida, y eso no es verdad. Me subieron desnuda a los altares, cubierta únicamente por el pelo que me llegaba hasta las rodillas, con los senos marchitos y la boca desdentada, y si es cierto que los años acabaron resecando la lisa tersura de mi piel, eso sucedió porque en este mundo nada prevalece contra el tiempo, no porque yo hubiera despreciado y ofendido el mismo cuerpo que Jesús deseó y poseyó. Quien diga de mí esas falsedades no sabe nada de amor. Dejé de ser prostituta el día que Jesús entró en mi casa trayendo una herida en el pie para que se la curase, y de esas obras humanas que llaman pecados de lujuria no tendría que arrepentirme si como prostituta mi amado me conoció y, habiendo probado mi cuerpo y sabido de qué vivía, no me dio la espalda. Cuando delante de todos los discípulos Jesús me besaba una y muchas veces, ellos le preguntaron si me quería más a mí que a ellos, y Jesús respondió: “¿A qué se puede deber que yo no os quiera tanto como a ella?.” Ellos no supieron qué decir porque nunca serían capaces de amar a Jesús con el mismo absoluto amor con el que yo lo amaba. Después de que Lázaro muriera, la pena y la tristeza de Jesús fueron tales que, una noche, bajo las sábanas que tapaban nuestra desnudez, le dije: “No puedo alcanzarte donde estás porque te has cerrado tras una puerta que no es para fuerzas humanas”, y él dijo, sollozo y gemido de animal que se esconde para sufrir: “Aunque no puedas entrar, no te apartes de mí, tenme siempre extendida tu mano incluso cuando no puedas verme, si no lo hicieras me olvidaría de la vida, o ella me olvidará”. Y cuando, pasados algunos días, Jesús fue a reunirse con los discípulos, yo, que caminaba a su lado, le dije: “Miraré tu sombra si no quieres que te mire a ti”, y él respondió: “Quiero estar donde esté mi sombra si allí es donde están tus ojos”. Nos amábamos y nos decíamos palabras como éstas, no solo por ser bellas y verdaderas, si es posible que sean una cosa y otra al mismo tiempo, sino porque presentíamos que el tiempo de las sombras estaba llegando y era necesario que comenzásemos a acostumbrarnos, todavía juntos, a la oscuridad de la ausencia definitiva. Vi a Jesús resucitado y en el primer momento pensé que aquel hombre era el cuidador del jardín donde se encontraba el túmulo, pero hoy sé que no lo veré nunca desde los altares donde me pusieron, por más altos que sean, por más cerca del cielo que los coloquen, por más adornados de flores y perfumados que estén. La muerte no fue lo que nos separó, nos separó para siempre jamás la eternidad. En aquel tiempo, abrazados el uno al otro, unidas nuestras bocas por el espíritu y por la carne, ni Jesús era lo que de él se proclamaba, ni yo era lo que de mí se zahería. Jesús, comigo, no fue el Hijo de Dios, y yo, con él, no fui la prostituta María de Magdala, fuimos únicamente este hombre y esta mujer, ambos estremecidos de amor y a quienes el mundo rodeaba como un buitre barruntando sangre. Algunos dijeron que Jesús había expulsado siete demonios de mis entrañas, pero tampoco eso es verdad. Lo que Jesús hizo, sí, fue despertar los siete ángeles que dormían dentro de mi alma a la espera de que él viniera a pedirme socorro: “Ayúdame”. Fueran los ángeles quienes le curaron el pie, los que me guiaron las manos temblorosas y limpiaron el pus de la herida, fueron ellos quienes me pusieron en los labios la pregunta sin la que Jesús no podría ayudarme a mí: “¿Sabes quién soy, lo que hago, de lo que vivo”, y él respondió: “Lo sé”, “No has tenido que mirar y ya lo sabes todo”, dije yo, y él respondió: “No sé nada”, y yo insistí: “Que soy prostituta”, “Eso lo se”, “Que me acuesto con hombres por dinero”, “Sí”, “Entonces lo sabes todo de mí” y él, con voz tranquila, como la lisa superficie de un lago murmurando, dijo: “Sé eso solo”. Entonces yo todavía ignoraba que era él era el hijo de Dios, ni siquiera imaginaba que Dios quisiese tener un hijo, pero, en ese instante, con la luz deslumbrante del entendimiento, percibí en mi espíritu que solamente un verdadero Hijo del Hombre podría haber pronunciado esas tres simples palabras: “Sé eso solo”. Nos quedamos mirándonos el uno al otro, ni nos dimos cuenta de que los ángeles se habían retirado ya, y a partir de esa hora, en la palabra y en el silencio, en la noche y en el día, con el sol y con la luna, en la presencia y en la ausencia, comencé a decirle a Jesús quien era yo, y todavía me faltaba mucho para llegar al fondo de mí misma cuando lo mataron. Soy María de Magdala y amé. No hay nada más que decir.
JOSÉ SARAMAGO
Tomado de su blog: cuaderno.josesaramago.org
JOSÉ SARAMAGO
Tomado de su blog: cuaderno.josesaramago.org
martes, 20 de octubre de 2009
ESTELA FIGUEROA
NATURALEZA MUERTA
Tomates rojos
con una hendidura negra.
Limones amarillos
con pezones verdes.
Zanahorias erectas
papas ovales
bananas que yacen arqueadas.
Sexo sobre la mesa
donde amaso el pan.
***
UN MUERTO NO ES UN MUERTO ES LA MUERTE
Es una visita que ya no vendrá
como no sea en sueños.
Es una casa a la que nunca más iremos
como no sea con la imaginación.
De aquel domingo del invierno pasado
en que tres amigos comimos torta "con sabor a infancia"
-como dijimos-
y tomamos té con canela
soy la única sobreviviente.
Hace unos días
después de una lluvia
-pensando en estas cosas-
planté un gajo de enredadera
que había echado raíces
dentro de una botella.
Parece que prendió.
Quisiera que
-trepando por la pared-
cubriera el patio
donde da tanto el sol.
Es probable que así sea.
Pero hoy me pregunto
si llegaré a verlo.
***
Extraido de la Antología POETAS ARGENTINAS (1940-1960)
Seleccion y prólogo de IRENE GRUSS
Ediciones del Dock
Tomates rojos
con una hendidura negra.
Limones amarillos
con pezones verdes.
Zanahorias erectas
papas ovales
bananas que yacen arqueadas.
Sexo sobre la mesa
donde amaso el pan.
***
UN MUERTO NO ES UN MUERTO ES LA MUERTE
Es una visita que ya no vendrá
como no sea en sueños.
Es una casa a la que nunca más iremos
como no sea con la imaginación.
De aquel domingo del invierno pasado
en que tres amigos comimos torta "con sabor a infancia"
-como dijimos-
y tomamos té con canela
soy la única sobreviviente.
Hace unos días
después de una lluvia
-pensando en estas cosas-
planté un gajo de enredadera
que había echado raíces
dentro de una botella.
Parece que prendió.
Quisiera que
-trepando por la pared-
cubriera el patio
donde da tanto el sol.
Es probable que así sea.
Pero hoy me pregunto
si llegaré a verlo.
***
Extraido de la Antología POETAS ARGENTINAS (1940-1960)
Seleccion y prólogo de IRENE GRUSS
Ediciones del Dock
miércoles, 14 de octubre de 2009
El auto
El auto con el parabrisas astillado.
El auto que partió una biela.
El auto sin frenos.
El auto con la junta quemada.
El auto con un agujero en el radiador.
El auto por el que me deslomé en la zafra.
El auto con el block rajado.
El auto que no tiene marcha atrás.
El auto con problemas en la dirección.
El auto con un alternador que no carga.
El auto que perdió el asiento trasero.
El auto con el tapizado destruido.
El auto que pierde 1 litro de aceite por día.
El auto con mangueras podridas.
El auto que abandonó ese restorán sin pagar.
El auto con cubiertas de ocasión.
El auto sin calefacción.
El auto con la trompa fuera de línea.
El auto en el que vomitó un niño.
El auto en el que yo vomité.
El auto con la bomba de agua rota.
El auto que torció el árbol de levas.
El auto que me dejó a un costado del camino.
El auto que humea intensamente.
El auto con el carburador sucio.
El auto que atropelló un perro y no se detuvo.
El auto con el silenciador perforado.
El auto que no tiene caño de escape.
El auto que mi hija chocó.
El auto cuyo motor fue rectificado dos veces.
El auto con cables pelados.
El auto que compré con un cheque sin fondos.
El auto con el termostato que no abre.
El auto que reventó el motor.
El auto sin luces.
El auto con la correa cortada.
El auto con limpiaparabrisas oxidados.
El auto que regalé.
El auto con un diferencial que zumba.
El auto del que quiero olvidarme.
El auto que golpeé con una maza.
El auto cuyas cuotas no podía pagar.
El auto que vuelvo a poseer.
El auto con el embrague que patina.
El auto que espera en la agencia.
El auto de mis sueños.
Mi auto.
RAYMOND CARVER
del libro "VOS NO SABÉS QUÉ ES EL AMOR"
Versión por Patricia Ogan Rivadavia y Esteban Moore
El auto que partió una biela.
El auto sin frenos.
El auto con la junta quemada.
El auto con un agujero en el radiador.
El auto por el que me deslomé en la zafra.
El auto con el block rajado.
El auto que no tiene marcha atrás.
El auto con problemas en la dirección.
El auto con un alternador que no carga.
El auto que perdió el asiento trasero.
El auto con el tapizado destruido.
El auto que pierde 1 litro de aceite por día.
El auto con mangueras podridas.
El auto que abandonó ese restorán sin pagar.
El auto con cubiertas de ocasión.
El auto sin calefacción.
El auto con la trompa fuera de línea.
El auto en el que vomitó un niño.
El auto en el que yo vomité.
El auto con la bomba de agua rota.
El auto que torció el árbol de levas.
El auto que me dejó a un costado del camino.
El auto que humea intensamente.
El auto con el carburador sucio.
El auto que atropelló un perro y no se detuvo.
El auto con el silenciador perforado.
El auto que no tiene caño de escape.
El auto que mi hija chocó.
El auto cuyo motor fue rectificado dos veces.
El auto con cables pelados.
El auto que compré con un cheque sin fondos.
El auto con el termostato que no abre.
El auto que reventó el motor.
El auto sin luces.
El auto con la correa cortada.
El auto con limpiaparabrisas oxidados.
El auto que regalé.
El auto con un diferencial que zumba.
El auto del que quiero olvidarme.
El auto que golpeé con una maza.
El auto cuyas cuotas no podía pagar.
El auto que vuelvo a poseer.
El auto con el embrague que patina.
El auto que espera en la agencia.
El auto de mis sueños.
Mi auto.
RAYMOND CARVER
del libro "VOS NO SABÉS QUÉ ES EL AMOR"
Versión por Patricia Ogan Rivadavia y Esteban Moore
lunes, 5 de octubre de 2009
JUANA BIGNOZZI
La literatura en serio
Como sufro y me aburro resulto bastante divertida,
a veces represento situaciones,
la mujer comprensiva, el hombre triste;
como no tengo sentido de la oportunidad,
puedo interrumpir la mejor escena de amor,
y para que nadie dude de mi inteligencia,
me ocupo de problemas casi ridículos.
Rodeada de gente que espera cosas de la vida
o practica la tragedia,
mis explosiones de júbilo son bastantes frecuentes,
y como me regalo horizontes, cucharas que vacían mi
corazón,
casi siempre estoy triste,
por eso mi alegría es digna de verse.
***
Una poesía para impresionar
con grandes imposibles olvidos que no llegan
o esas frases de: tengo para poco
una poesía en realidad para ser un animal herido
entre la gente
para irse a un rincón y tratar de no molestar
si digo esa poesía ya no me interesa
porque he empezado a sentir gusto por la vida
en serio.
***
( de Mujer de cierto orden)
Como sufro y me aburro resulto bastante divertida,
a veces represento situaciones,
la mujer comprensiva, el hombre triste;
como no tengo sentido de la oportunidad,
puedo interrumpir la mejor escena de amor,
y para que nadie dude de mi inteligencia,
me ocupo de problemas casi ridículos.
Rodeada de gente que espera cosas de la vida
o practica la tragedia,
mis explosiones de júbilo son bastantes frecuentes,
y como me regalo horizontes, cucharas que vacían mi
corazón,
casi siempre estoy triste,
por eso mi alegría es digna de verse.
***
Una poesía para impresionar
con grandes imposibles olvidos que no llegan
o esas frases de: tengo para poco
una poesía en realidad para ser un animal herido
entre la gente
para irse a un rincón y tratar de no molestar
si digo esa poesía ya no me interesa
porque he empezado a sentir gusto por la vida
en serio.
***
( de Mujer de cierto orden)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)